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Al límite

 

Hombre Ordinario (“Corriente”, para sus amigos) despertó esa mañana sobresaltado y poseído por una idea: tenía que demostrarse que aún seguía vivo. Bajó de la cama convencido de la necesidad de someterse a experiencias para él insólitas. Comenzó por echarle a su tazón dos cucharadas de café en polvo, cero azúcar y nada de leche. Buscaba algo rudo y no se iba a detener. Después, en el baño, decidió cortarse las uñas de los pies con su mano izquierda, siendo él, de nacimiento, un diestro consumado. Dudó por un instante, pero se recordó a sí mismo que esto no tenía vuelta atrás. Sin temor ni temblor emprendió el desafío. Chilló por los cortes que se hizo, mas, ¿cómo no?, perseveró sin trepidar. A media mañana ingresó como invitado a una conferencia vía Zoom sobre el pensamiento de G. W. F. Hegel y su contraste con las propuestas de A. Schopenhauer. Luego de quince minutos esperando la llegada de otros participantes, seguían siendo sólo el expositor y él. Comenzaron nomás (“por el respeto que tenemos que guardar por las cosas del intelecto”, dijo el académico a modo de motivación). Por noventa minutos el profesor disertó de corrido y sin detenerse siquiera para beber un sorbo de agua. Ordinario desvariaba y cabeceaba de sueño, pero grande era su hambre por lo extremo e infinito que no dejó de escribir. Agotado -y más ignorante que al principio- se despidió del orador y siguió en su empresa de vida extrema. Notó su cuerpo tieso y optó por elongar los músculos. Dejó sonando la radio Beethoven y, por media hora, hizo crujir sus huesos enrollándose en posiciones jamás sospechadas para un sujeto como él. Exhausto y al borde de sus capacidades sacó sus últimas fuerzas para existir como nunca lo había hecho. Desempolvó un antiguo xilófono (de sus tiempos de colegial) y le sacó sonidos y melodías hasta cuando en el aire se dejó oír un bolero de Lucho Barrios. Al mediodía se sentó para comer algo y quedó absorto mirando los elefantes de la India dibujados en el mantel de su mesa. Se montó en uno de ellos y sin tener visa ni pasaporte emprendió su viaje.

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