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Mostrando las entradas de abril, 2021

Triunfos

La franja deportiva ha sido -¡por lejos!- la mejor idea dentro de esta cuarentena. Desde cuando la crearon me despierto cada mañana a las seis. Me pongo mi buzo (hoy ajustadísimo) y mis zapatillas de trote. Y entonces salgo de mi habitación y camino hasta el comedor. Enciendo el computador y busco en YouTube videos clásicos: Chile en el mundial de ‘62, la final de la Libertadores del ‘91, el Chino Ríos siendo Top One, Massú y González en las olimpiadas de Atenas y las dos veces consecutivas cuando Chile venció a Argentina en la Copa América. Y allí me quedo sentado hasta las nueve: es una delicia tomar desayuno contemplando feliz la gloria del triunfo. ¡Han sido jornadas inmejorables para ejercitar la memoria y cultivar el recuerdo!

Jurídicos

¡Advertencia!  He aquí 24 relatos aptos sólo para juristas, litigantes, estudiantes  y docentes del Derecho.  La casa editorial no responderá por los daños irreparables en la salud mental que sufrirá con seguridad quien desacate este aviso.  I.- (Desafección).- Hoy alegué ante una Ilustrísima Corte. Con ninguna de las tres Señorías allí presentes logré contacto visual. La presidenta cerró sus ojos, suspiró profundo y se fue de este mundo. La perdí. La de su diestra echó a volar su mirada y la clavó con fijeza en una esquina de la sala, como esperando detectar el instante preciso cuando se asomara la araña responsable de esa verdadera obra de arte que ninguna empresa de aseo ha logrado destruir. La tercera ministra, de ojos semi abiertos (¿japonesa la señora?), sin moverse y casi sin respirar, permaneció quieta sin dar siquiera los mínimos gestos de vida (bien pudo haber sido una maniquí). En fin. Será para la próxima. Lo de hoy me hizo sentir como un turista visitando el Museo de Cera

Mnemotecnia

Mientras masca su chicle, Lara mira a Lira. Ambos llevan unos minutos dándole vueltas al asunto de la fuga. Pero, está claro, no podrán hacerlo sin la asistencia de Arellano y Orellana, esa dupla de guardianes sobornables con apenas unos pocos caramelos. Por desgracia para ellos, no cuentan hoy con los servicios inigualables de Caco, un maestro en la imitación de voces. El pobre Caco ha perdido la voz por una gripe feroz que lo tiene en cama. Está afónico. Tanto así que lo llaman el Cacofónico. Y sin él, Lara y Lira no soportan más el encierro y han tomado la firme decisión de emprender la retirada. No serán los primeros. Ya antes se fueron Salgado y Delgado e, incluso más temprano todavía, Gordillo y Delgadillo. ¿Y esos cómo lo hicieron? ¿Por qué escaparon sin contar los trucos? Y así se la llevan todo el rato: “Oye, Lira”, “Sí, Lara, dime”, “¿Cuándo nos largamos de aquí, Lira?”, “Pucha, Lara, no lo sé”, “Mala cosa, Lira”, “Sí, Lara, así no se puede”. Por su parte, Arellano y Orellana