Su vida cabe en tres escenas. Primero fue un bebé sobreviviente que, por la astucia de una matrona, burló a la autoridad que procuraba extinguirlo desde que era un feto. Cuando ya no fue posible seguir ocultando el hecho de su nacimiento, su madre lo entregó en adopción. Fue acogido por una mujer de la élite social. Creció hablando idiomas, leyendo poesía, iniciándose en las ciencias y saboreando el poder político. De joven tuvo sueños libertarios, tonificó sus músculos y abrazó ideales por los que llegó a matar a un hombre. Al descubrirse la sangre derramada, huyó de la justicia criminal. Desapareció del mundo. Comenzó entonces su segundo tercio viviendo un autoexilio. En tierras extranjeras se casó y se hizo padre. Los años pasaron y el delito prescribió. Engordó, le salieron canas y un día pensó que la vista le estaba fallando pues sus ojos parecían mostrarle un espectáculo botánico sin explicación racional. De curioso se acercó a mirar. Sin buscarlo, fue cautivado por el absoluto y poseído por una voz de libertad. Esa misma hora inauguró su último tercio vital. Venciendo sus miedos, regresó al barrio de su infancia y al llegar comprobó que la crueldad es ilimitada. Presenció cuadros de sumisión denigrantes. Apostó sus últimas energías confrontando al gobierno, aboliendo la esclavitud y legislando un decálogo que se resume en un solo imperativo: amar.
(Nota del editor: lo anterior es un plagio de las páginas del Éxodo).
Es la historia del libertador Moises.rescatado de las aguas
ResponderBorrar¡Te pillé huacho! Esta vez desde las palabras "bebe sobreviviente..." GUENA: Rut y Moisés.
ResponderBorrar... espectáculo botánico...!! Muy ingeniosas descripciones. Y acertadas.
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