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Perspicuo

La conocí en un simposio sobre el dativo simpatético. Su conversación me pareció simpática, mas para nada simple. De paso, quedé prendado de la belleza de su simpa. Al instante me hice su fiel simpatizador.

Días después la vi en un coloquio. Ahora sí, todo me resultó más coloquial. El asunto trataba sobre el cuidado apropiado de las coloquíntidas. Yo, por sugerencia de ella, había colocado una en mi jardín. Esa tarde supe, además, que era colocolina.

Sí, es palmario: desde entonces acato sus instrucciones (incluso aquella de plantar una palmacristi). Es que me convenció cuando me relató su extenso palmarés. ¡Si hasta fue necesaria una palmada suya para despabilarme!

Una mañana en el metro me pidió que le contara algo. Le dije que lo mío eran los cuentos. ¿Qué cuantos le conté? Sólo uno, pues no sabía si me tomaría en cuenta. Opté por “Mi mitocondria mitológica”.

Le molestó la cacofonía del título. Me sugirió que mejor me dedicara, como ella, a la importación de los cacomites. No pude más y me sinceré: me doy mejor con los animales. Y sin más, le propuse que adoptáramos un cacomixtle. Con eso acabé por robarle la alegría. Su cacoquimia se hizo evidente.

No obstante, la última navidad me regaló una planta con hojas naviculares. Compartimos una cena navideña y me habló de su familia: sus padres eran naviegos. Y me obsequió otro dato: su papá era un experto naviero.

Un día, frente a ella me sentí como un mamacallos. Ahora me arrepiento. Ya no era un mamalón y, por fin, había retomado mi investigación doctoral sobre las mamaconas. Habría sido genial conocer su reacción.

Sí, desperdicié la oportunidad. Pero no por eso me convertiré en un oportunista. Esperaré que me llegue otro momento oportuno. Mientras tanto, degusto este oporto que ella dejó en mi despensa como aporte. 

Comentarios

  1. YA... al diccionario para entender cada línea... no fuiste muy claro-perspicuo para mi. Al diccionario se´isho....

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  2. Jaja, lo mismo digo. Me recordarse el cuento La inmiscusión terrupta de Julio Cortázar.

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