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Expulsados (3)

Nuestra existencia acabará en pocos segundos. Jamás tuve tal certeza ni conciencia del fin. Nos iremos los cuatro: mi mujer, nuestras dos hijas y yo. Las chicas se durmieron apenas la nave despegó. Aquí adentro cuesta respirar. Se deja sentir tal presión sobre los cuerpos que parecemos pegados a los asientos, con nula posibilidad siquiera de mover los dedos de las manos. Se oye poco y nada, y hablar resulta casi imposible. Contemplar la tierra desde las alturas ha sido majestuoso. Si no fuera por estas lágrimas, disfrutaría aún más las últimas imágenes que captan mis ojos. Recuerdo a Julio Verne y sus exploradores chiflados descendiendo hasta el centro del planeta. Cuando uno de ellos se extravió en el oscuro mundo subterráneo, sólo atinó a clamar a Dios. Hago lo mismo. Ignoro si lo que estamos viviendo es el cumplimiento de alguna profecía que nadie quiso escuchar. Abajo quedaron esas máquinas que lucen como humanos, pero se mueven gracias a la nanotecnología. ¿Necesitarán ponerse de acuerdo en una asamblea para saber cómo vivir? ¿Tendrán que elegir representantes para ser gobernados? ¿Deberán instalar tribunales por si alguno quebranta las reglas? Ahora me suena tan pequeño eso de las grandes potencias mundiales. ¡Nada! No hubo forma de vencer el poderío de las máquinas. ¡A la basura nuestras alianzas estratégicas, tratados internacionales y organizaciones mundiales! Esta nueva generación de fibra de carbono y lenguaje uniforme conquistó lo que los simples mortales llevaban siglos pensando y construyendo. ¿Dejarán a salvo algún edificio cualquiera, siquiera por azar? ¿Una biblioteca, un cementerio, una catedral o una escuelita de barrio? ¿Les importarán nuestros libros, música y esculturas? Me temo que arrasarán con todo. No quedará piedra sobre piedra. Serán borrados los registros de la filosofía, la literatura, las ciencias empíricas, las artes y los números. Al suelo también nuestras ideas de libertad, justicia y compasión. Los nuevos entes que poblarán el planeta traerán sus propias herramientas. Me resta una sospecha final: la posibilidad del error. Si pese a su enorme potencial, estas hijas de la tecnología de punta no se percataran que en un rincón de la tierra viven todavía un hombre y una mujer, la historia de la humanidad podría volver a empezar. 

Comentarios

  1. Cuéntanos cómo tomó tu familia todo este desaguisado.....

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  2. Muy fácil de entender--radiografía obvia--está redactado con cuidado, con norma y con mucha razón.

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