Ir al contenido principal

Inocente

El niño quiere dormir. Pero esa mosca zumba y lo molesta. A dos cuadras un gestor de sustancias pinta el cielo con fuegos artificiales (¡llegó de la buena, cabros!). En la cama del lado, mamá ronca y saca cuentas -pierde, como siempre- mientras escapa de boletas y cobranzas. Esta noche no regresará su hermana mayor. ¡Iba muy linda cuando la vio salir de la casa! ¿Por qué ella no quiso decirle adónde iría? Y el niño sólo quiere dormir. Ojos y oídos abiertos esperan la llegada del sueño. ¿Será la falta de un cuento y la voz de papá? Difícil: en este punto de la tierra nunca ha habido libros ni papá. Spike ladra en el patio. Sus gruñidos espantan las hadas y así no hay Peter Pan ni Campanita que se atrevan a venir. Y la mosca zumbando. ¡Insecto común de ojos salientes y cabeza más ancha que larga! Mas, para sorpresa de todos, ese ruido continuado y bronco acaba sirviendo de canción de cuna. Y el niño empieza a dormirse. Su colchón lo eyecta y aterriza en el Edén. Una presencia soberana recrea sus pensamientos y relaja su cuerpo. Mañana habrá que despertar, otra vez, en un campo minado. Pero, eso será mañana. Ahora el niño duerme. Chsss.

Comentarios

  1. Cómo el niño presiente el mundo, lleno de angustia, dentro de su ignorancia... y pensar que la única inocencia la vive en su subconsciente, en sus sueños... y aún hay personas que quieren dejar de soñar...Una triste dulzura me deja tu cuento... bello como siempre. Que bueno que estás tocando estos temas...

    ResponderBorrar
  2. Un tema de las vivencias de muchas familias en el Chile de hoy, mirados desde la óptica de un niño. Valioso y sugestivo. Deja pensando.

    ResponderBorrar
  3. Potente y crudo relato, jefe. Esta prosa sale al ring y al primer asalto deja K-Out, realidad pura. Un abrazo desde Biobío.

    ResponderBorrar
  4. sensaciones cercanas expresadas con simpleza y hermosamente enlazadas. La amplitud del concepto de la pobreza que se vive en muchos hogares en nuestro Chile.

    ResponderBorrar
  5. sensaciones cercanas expresadas con simpleza y hermosamente enlazadas. La amplitud del concepto de la pobreza que se vive en muchos hogares en nuestro Chile.

    ResponderBorrar
  6. Me encantaron los tres cuentos, un abrazo!

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Bilingüismo

Ruperto aprendió a leer en la cárcel. El primer libro que leyó completo fue un Nuevo Testamento. Se lo regalaron los gedeones que lo fueron a visitar cuando estaba convaleciente en el hospital penitenciario. Siendo el suyo un lenguaje limitado en palabras, de pronto se halló memorizando versos del evangelio según san Mateo, de las cartas de san Pablo y una que otra cita del Apocalipsis de san Juan. Recitaba sus versículos con la elegancia y el estilo propios de la versión Reina y Valera de 1960. Oírlo predicar era un deleite: mezclaba su jerga de choro porteño con las bienaventuranzas de Jesús de Nazaret. La congregación -compuesta de cogoteros, pederastas y sicarios arrepentidos- ha disfrutado cada domingo de sus homilías sagrado-profanas. “¡Escúshenme bien, giles culepos y sapos lengua’os!”, dice abriendo las Lamentaciones del profeta Jeremías. Y con voz tronante proclama: “¡Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias! ¡Nuevas son ...

Profana natividad

* “No lo niegues. Eres como yo. Se te nota”, afirmó Elizabeth. A Marianne, la joven haitiana recién llegada al equipo de limpieza, esas palabras la sorprendieron. “Ayer te vi haciéndolo”, continuó Elizabeth. “Tú ni cuenta te diste. Pensabas que estabas sola, que serías la última en retirarte. Encima dejaste la puerta semiabierta. Y yo justo pasé por allí. Entonces vi que la tenías en tus manos. Me quedé quieta, en silencio. Por la ternura de tus dedos al tocarla supe de inmediato que eso nacía de un corazón ardiente. Me gustó verte así. Me dije: ‘mañana le hablaré’. Más de alguna ocasión también lo hice por aquí mismo. Una vez lo intenté en un vagón del metro, pero alguien me advirtió que se veía como un acto de provocación. Entonces opté por el secreto. A solas. O en mi habitación o, a lo sumo, en los baños. Ayer te vi y te reconocí enseguida. Tú eres como yo”.   * Marianne dejó Puerto Príncipe hace pocos meses. Primero emigraron sus vecinas, luego sus primas y, por último,...

Covid

"¿Es usted el escritor?", me pregunta, seco. "El aprendiz", le respondo y cuando lo veo molestarse debo pedirle que por favor no se vaya. "Dígame, ¿dónde y cuándo se le ocurrió contagiarse? ¿Acaso se creía el único ser inmune del planeta?", empieza dándome duro. "Mire, en verdad no sé qué contestarle", voy de vuelta. "¿Es usted ignorante o pajarón? No se me haga el ruso", me interroga como un policía. "Las dos cosas, pero aún así esta vez sí le digo la verdad". "Vamos -insiste él-, a este paso no terminaremos nunca. Y debo irme en cinco minutos. Apúrese. A ver, dígame, ¿qué pasó luego que le diagnosticaron lo que todo el mundo le había advertido que podía pasarle?". Silencio por tres segundos (al cuarto el individuo se para y se marcha). "Me hospitalizaron", afirmo. "Pero, ¿cómo? Sé que usted está fuera de su país, en una tierra donde es un perfecto analfabeto. ¿Qué hace, por ejemplo, para comunicarse ...