El niño quiere dormir. Pero esa mosca zumba y lo molesta.
A dos cuadras un gestor de sustancias pinta el cielo con fuegos artificiales (¡llegó
de la buena, cabros!). En la cama del lado, mamá ronca y saca cuentas -pierde,
como siempre- mientras escapa de boletas y cobranzas. Esta noche no regresará
su hermana mayor. ¡Iba muy linda cuando la vio salir de la casa! ¿Por qué ella no
quiso decirle adónde iría? Y el niño sólo quiere dormir. Ojos y oídos abiertos
esperan la llegada del sueño. ¿Será la falta de un cuento y la voz de papá? Difícil:
en este punto de la tierra nunca ha habido libros ni papá. Spike ladra en el
patio. Sus gruñidos espantan las hadas y así no hay Peter Pan ni Campanita que
se atrevan a venir. Y la mosca zumbando. ¡Insecto común de ojos salientes y
cabeza más ancha que larga! Mas, para sorpresa de todos, ese ruido continuado y
bronco acaba sirviendo de canción de cuna. Y el niño empieza a dormirse. Su
colchón lo eyecta y aterriza en el Edén. Una presencia soberana recrea sus
pensamientos y relaja su cuerpo. Mañana habrá que despertar, otra vez, en un
campo minado. Pero, eso será mañana. Ahora el niño duerme. Chsss.
Ruperto aprendió a leer en la cárcel. El primer libro que leyó completo fue un Nuevo Testamento. Se lo regalaron los gedeones que lo fueron a visitar cuando estaba convaleciente en el hospital penitenciario. Siendo el suyo un lenguaje limitado en palabras, de pronto se halló memorizando versos del evangelio según san Mateo, de las cartas de san Pablo y una que otra cita del Apocalipsis de san Juan. Recitaba sus versículos con la elegancia y el estilo propios de la versión Reina y Valera de 1960. Oírlo predicar era un deleite: mezclaba su jerga de choro porteño con las bienaventuranzas de Jesús de Nazaret. La congregación -compuesta de cogoteros, pederastas y sicarios arrepentidos- ha disfrutado cada domingo de sus homilías sagrado-profanas. “¡Escúshenme bien, giles culepos y sapos lengua’os!”, dice abriendo las Lamentaciones del profeta Jeremías. Y con voz tronante proclama: “¡Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias! ¡Nuevas son
Cómo el niño presiente el mundo, lleno de angustia, dentro de su ignorancia... y pensar que la única inocencia la vive en su subconsciente, en sus sueños... y aún hay personas que quieren dejar de soñar...Una triste dulzura me deja tu cuento... bello como siempre. Que bueno que estás tocando estos temas...
ResponderBorrarUn tema de las vivencias de muchas familias en el Chile de hoy, mirados desde la óptica de un niño. Valioso y sugestivo. Deja pensando.
ResponderBorrarPotente y crudo relato, jefe. Esta prosa sale al ring y al primer asalto deja K-Out, realidad pura. Un abrazo desde Biobío.
ResponderBorrarsensaciones cercanas expresadas con simpleza y hermosamente enlazadas. La amplitud del concepto de la pobreza que se vive en muchos hogares en nuestro Chile.
ResponderBorrarsensaciones cercanas expresadas con simpleza y hermosamente enlazadas. La amplitud del concepto de la pobreza que se vive en muchos hogares en nuestro Chile.
ResponderBorrarMe encantaron los tres cuentos, un abrazo!
ResponderBorrarNi libros ni papás.. Guau
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