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Anhelos

“¡Peralta! ¡Apúrate, hombre!” - gritó el comisario. “¡Encontramos el cadáver!” - siguió diciendo su jefe. El inspector entró a la oficina para recibir instrucciones de su superior. Se le encomendó revisar el sitio del suceso. “Toma, Peralta. Aquí tienes la autorización judicial para echar abajo la casa si fuera necesario. El fiscal espera tu informe para esta noche”. Y sin más, Peralta partió a eso del mediodía. Estaba acostumbrado a la calle y con éste, los muertos de la semana sumaban tres. Cuarenta minutos después ingresaba al domicilio donde fue hallada sin vida aquella mujer misteriosa. Las horas pasaban y el detective era meticuloso: tomaba nota de cuanto sirviera para verificar rastros de violencia. Nada. Todo se hallaba en orden. O era el crimen perfecto, o un suicidio ejecutado con limpieza, u otro caso para engrosar las cifras de la muerte natural. Al atardecer Peralta había descartado la acción de terceros y no había indicios de una autoaniquilación. Se disponía a salir de regreso a su cuartel cuando sus ojos tropezaron con un set de hojas manuscritas por ambos lados. La caligrafía impecable y los papeles, perfumados y de distintos colores. Leyó de principio a fin con curiosidad. “Espero salir pronto de esto”, se afirmaba en la primera línea del documento. “Espero que dentro de poco volvamos a vernos”, “espero que sepas perdonarme”, “espero que podamos realizar el viaje tantas veces postergado”, “espero de una vez por todas acabar la novela que me prestaste tres años atrás”. Y así los papeles seguían sumando anhelos por conseguir: espero cambiar, espero terminar, espero volver, espero tu llamada, te espero. “Peralta, ¿qué te pasa, hombre? Ya no sé qué decirle al fiscal. Me insiste que no tiene todo el día. Me exige que ahora por lo menos le informe de palabra la causa de muerte”, era la voz del comisario reclamándole a Peralta resultados concretos contra reloj. “Ah, sí, jefe. Disculpe la demora. Mire, dígale al fiscal que la señora murió aplastada por el peso de la esperanza”.

Comentarios

  1. Que gran remache, impecable frase final. Me gustó un cuento policial que termine de forma tan existencialista.

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