“¡Abram, deja tu tierra, tus familiares y la casa de tu padre, y vete a la región que te voy a mostrar!”, afirma el Señor fungiendo como promotor de migraciones internacionales. “¿Y adónde me habrás de llevar, oh Autor del universo?”, contesta el arameo errante. “Eso no es asunto tuyo. Al menos no, por ahora. Más bien prepara tus maletas y recuerda tener a mano tu pasaporte y el certificado de vacunación”, replica el Hacedor. “Oh, mi buen Dios, es que me ayudaría mucho saber siquiera el continente que tienes en mente. Ten presente que deberé gestionar mis visas con anticipación”, insiste el simple mortal. “Está bien. No pensaba hacértelo saber. Quería regalarte una sorpresa. Pero, en fin, mejor te lo digo ahora: ¡irás a Chile!”. El hombre guarda un profundo silencio. Luego, con reverencia exclama: “Mi Señor, verás, cruzar los océanos sólo para tenerme allá por 90 días (plazo renovable por otros 90 días más), ¿no será como poco?”. “¿Qué dices, Abram?”, lo interroga el Omnipotente. “Clar...
Historias corrientes que pueden estar sucediendo en este preciso momento en cualquier lugar del mundo.