Era hermosa y todavía joven cuando la muerte le robó con violencia a su marido. Con él se fueron a la tumba esos besos y caricias que tanto la colmaban. A la basura también se fueron esos sueños de ser madre y amamantar a una criatura gestada en su vientre. Sufrió y lloró. Y mucho. “¿Qué vas a hacer ahora?”, es la pregunta que más oye en boca de sus amigas. La están empezando a notar más delgada e inapetente de lo habitual. “Está demacrada”, sentenció en voz baja una de sus vecinas. De pronto, esta viuda se halla gestionando pasaporte, pasajes y equipaje para ir a probar suerte al extranjero. “Amiga, por favor, ¡piensa con la cabeza! Allá donde vas no tienes casa, contactos y ni siquiera manejas el idioma. ¿Qué locura quieres cometer con tu vida?”, fue el consejo repetido por sus más cercanas. Pero ella no se detuvo. Y llegó el día cuando aterrizó en una cultura que no era la suya. Para sorpresa de los nativos, no tuvo asco de ir a competir al mercado laboral. Al instante se halló rode
Historias corrientes que pueden estar sucediendo en este preciso momento en cualquier lugar del mundo.