Acuamán y Supermán se detestaban cada día más. El uno no entendía lo que el otro quería decir. Y viceversa. El hombre del agua criticaba a su colega porque éste se daba ínfulas de altura y elevación y al final sus ideas eran pedestres. Por su parte, el hombre de los aires le achacaba a su par que éste osaba sumergirse en las profundidades del pensamiento y terminaba emergiendo en lugares comunes. La enemistad entre ambos era tóxica y expansiva al punto que Gatúbela lo advirtió. Ella les dijo que les urgía contratar los servicios de un trujamán. Ni uno ni otro comprendieron el consejo de la mujer felina, pero prefirieron callar para no quedar de ignorantes. Apenas ella les dejó, ambos superhéroes fueron a consultar el diccionario de la lengua (¡bendita sea la Real Academia Española!). Contentos y motivados publicaron un aviso en sus redes sociales: “Se busca trujamán”. Llegaron una centena de candidatos. Los entrevistaron a todos y se quedaron con el más viejo. Era un humano calvo, con
Historias corrientes que pueden estar sucediendo en este preciso momento en cualquier lugar del mundo.